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#96 REGRESO AL CN-2: EL CANAL ROMANO MÁS ALTO

  • Foto del escritor: Luis García Prieto
    Luis García Prieto
  • 16 jun
  • 4 Min. de lectura

Visitar Montes de Valdueza, en cualquier estación, es acercarse a una belleza casi sagrada. El Transporte a la Demanda nos acerca los miércoles y sábados gratis, con solo enseñar una tarjeta física o la pantalla de la aplicación. Gratis no hay nada, es ilusión, como cuando un mago saca un conejo de la chistera. No debemos olvidar un saludo cortés al conductor, o a la conductora, que a mi buen amiga Loli Haro gusta de que haga este distingo.

Es obligado aclarar que esta ruta se ha actualizado en mayo de 2025. Nos movía el afán de ver cómo estaba la ruta, tras los (suponemos) intensos trabajos para hacer ciclable este largo canal, desde la cercana Peñalba de Santiago hasta el estanque de Campo de Braña, a tiro de piedra del mirador de Las Médulas. Al final hablaré de qué hemos visto.

En el aparcamiento de Montes se nos descubre el valle de San Ciprián, que separa estas tierras de Peñalba de Santiago por el Collado del Carballal. Cuentan que en una roca tallada en forma de sillón, el santo se sentaba al sol. Tras cruzar bajo el arco de la calle Tranquera, que antaño canalizó el agua desde la Fuente de los Chanos hasta el monasterio, ascendemos hasta esta fuente, donde el agua fresca es un lujo escaso en todo el Canal. El pilón, de madera de castaño, es una rareza que remite al alma vegetal de este valle.

La ruta del canal romano CN-2 exige atención: piedras resbaladizas, tramos invadidos por vegetación, senderos cercanos a precipicios. No es peligrosa, pero sí requiere calma, buen calzado y determinación. A cambio, el esfuerzo se ve recompensado. Dos placas de acero corten señalan el inicio del camino y evocan los elogios de San Valerio en el siglo VI: lugar rutilante, esplendoroso, fecundo.

Desde el privilegiado tramo elevado que es canal romano, se divisan, casi de un golpe de vista, el emplazamiento de las ermitas de San Mateo, San Andrés, y Peñalba de Santiago. Más allá, el Pico Picueto vigila la Tebaida Berciana.

Girando al valle de la Raseda, en el paraje que llaman de El Escando, descubrimos el tramo mejor conservado del canal. A la derecha, lo que parece una mesa de piedra, que se conoce como La Caja; a la izquierda, una pared suavemente tallada. La piedra fue vencida a base de vinagre y tesón. Subirse a la mesa, con el abismo enfrente, es solo para valientes (o imprudentes cazadores de selfis).

Una señal de madera nos guía a la cascada del Panderón: modesta pero encantadora. Luego, ya en San Clemente, podríamos desviarnos al Columpio de Valdecarrizo, entre castaños, colmenas y la miel berciana. Pero ese será otro paseo. En la iglesia de San Clemente, alzada sobre el peñasco del Penedo, se guarda una historia de sagrarios robados, escultores violentos y mayordomos con final trágico.

Por la senda del río, llegar a Valdefrancos es fácil. Allí, junto a la fuente y el crucero, puede que encontremos a Olga o a Josefa, en el banco a la sombra de la iglesia. Y quizá sea momento de tomar un taxi a Ponferrada: poco más de 20 euros y el descanso bien ganado. Pero si el ánimo sigue firme, podemos seguir hasta San Esteban, con su Nogaledo, su calle Real y su restaurante, y más allá, hasta San Lorenzo y el Puente Boeza. Desde allí, el autobús pasa con más frecuencia.

No habrá sido una caminata sencilla, pero nada que no sea memorable lo es.

Dragó lo resumió así, al descubrir esta tierra de monjes y misticismo:


“Tierra de dioses. Los santos sabían elegir.”

NOTA: el 24 de mayo 2025 realizamos esta ruta, azuzados por la noticia -que se alarga en el tiempo- de la “Recuperación del canal romano CN-2 entre

Peñalba y Las Médulas como ruta de interés turístico”, el título del estudio firmado por el Ingeniero de Minas, Roberto Matías Rodríguez.

Advertimos una nula actuación en este canal romano, algo que aplaudimos. Echamos en falta una limpieza de la maleza que, en no pocos tramos, empieza a invadir el camino, como en la zona bajo el Pico de Águilas. La vegetación, tras una primavera tan lluviosa, podría llegar a cegar el camino. Los 2 puentes (simples troncos que ayudan al paso del tajo que han formado los arroyos) no han cambiado ni mejorado. Ambos parecen seguros, aunque una revisión o mejora (sobre todo en el primero) no vendrían mal. Existe un paso (a unos 300 metros del Paraje de la Poula) que en 2021 entrañaba cierto peligro. Un regato había ido horadando el estrecho camino, y sumado a la vegetación, podía provocar una caída por no ver dónde se pisaba. A pesar del arreglo efectuado por personas particulares, en estos 4 años el agua ha continuado haciendo su trabajo, estrechando el camino, con lo que el problema regresa. Ya en el Paraje de la Poula, un extenso robledal, la vegetación casi cierra el sendero. Desde ahí, se puede descender al CN-1, y a la Senda de la Ramosa. En agosto de 2022 se advertía claramente un camino que subía hacia el sur, ascendiendo en dirección al Pico de Águilas y al Chano de Lao. En mayo de 2025 el inicio de esta senda está cegada por la vegetación.

Tras girar hacia la cabecera del arroyo de La Raseda, el aspecto general es el mismo. No ha habido ampliación alguna que facilite ir montado en una bicicleta, dejando esta opción a la maestría del ciclista y su fe en los traumatólogos. En el encuentro con el arroyo de La Raseda, donde hay varias opciones, el aspecto general es el que se ha visto durante los últimos 4 años. El descenso hacia San Clemente de Valdueza no entraña dificultad alguna, salvo el descenso por el Valle Oscuro, donde la humedad, la piedra y el barro pueden hacer que demos con nuestro culo en la tierra, en el mejor de los casos. Debería haber más desbroce y mejor señalización. Hemos visto cintas de plástico indicando ciertas partes que pueden ser confusas, una solución de indudable practicidad aunque poco aconsejable en un entorno natural.

 
 
 

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