Esta vez son dos líneas del SMT las que nos dejan en Columbrianos: la 3 y la 4. No se pueden quejar los columbrianos y columbrianas (que ese el gentilicio) de la facilidad para ir y venir. Nos bajaremos a mitad del pueblo, junto a la farmacia. Columbrianos es una larga línea, una extensa localidad, reconvertida en barrio, que fue ayuntamiento efímero. Es la ruta más corta de estas 15 propuestas de RCBP con sus 4 km de longitud. Y es llana, algo casi imposible de encontrar en este municipio para gemelos poderosos. Pasamos de una altitud de 529 m a 503 m de la iglesia de Nuestra Señora en plena calle Real de Fuentesnuevas. Hasta para eso la ruta es fácil y acomodada, una cuesta abajo casi imperceptible. Aunque nadie suponga que no hay nada que ver, que no por breve menos interesante. Apenas bajar del bus nos encontramos con una escultura del genial escultor de Narayola, Víctor Lobato, Rixo: Homenaje a La Campesina. Está realizada en madera de olmo, Ulmus Minor, un árbol que sucumbió a la grafiosis. Es sabido que los Reyes Católicos establecieron por Ley el plantar un olmo (un negrillo) en todas las poblaciones como señal del lugar donde habría de celebrarse el Concejo. No por casualidad, esta escultura se levanta en la Plaza del Concejo. Representa a una campesina cargando un cesto en su cabeza. Es, al criterio de este que ve y escribe, la mejor obra de Rixo, sin olvidar al Templario de Priaranza del Bierzo. Podemos plantarnos un rato a observar los detalles, el semblante de la mujer sin edad definida, la mirada del hijo, una estampa tan común en esta comarca rural tiznada de carbón del progreso... para otros.
Luego otra escultura, La Danza Nupcial. Esta me gusta menos, pero hay que pararse en los detalles, que los tiene. En la confluencia de la calle Prado Grande y la calle S.N. 6 Col discurría el ferrocarril de la MSP soltando vapor. Dicen que a cierta hora de la noche se le oye pasar. Bueno, esto es fantasía, una licencia. Habría que preguntar, que igual algo suena pasada la medianoche.
El camino discurre entre chopos y tierras de labor, solares planos y algo solitarios. A la derecha, escondido tras los chopos, el arroyo de Los Barredos que podría ser casi río. Con sus 8 km de longitud, riega una fértil vega de huertos, cultivos y vegetación de ribera. La Vega de Los Barredos conforma una estrecha franja de terreno que comienza la cercanía de San Andrés de Montejos, luego Columbrianos, y continúa por estas llanas lindes de Fuentes Nuevas hasta Camponaraya, la localidad más importante por donde pasa, canalizado para mitigar las repetidas crecidas. Da sus aguas al río Cúa, no muy lejos del monasterio de Carracedo. Y, sin esfuerzo, el encuentro con el Camino de Santiago, el de verdad (el que le gusta a Fran Contreras), uno de los alicientes del trayecto. “Buen camino”. “Buen camino”. En todos los tonos, en español de los cuatro puntos cardinales, en español macarrónico y universal, pero siempre legible. Podemos parar a sacarle una foto al crucero, al cruceiro, uno de los mejores del municipio. En dos pasos, Fuentes Nuevas, o Fuentesnuevas, que ya dudo de si va junto o separado, que lo mismo da, o no. Este pueblo, reconvertido en barrio de Ponferrada, tiene un origen medieval, con un fuerte vínculo con la ruta jacobea. Está dividido en tres partes bien diferenciadas. En la calle Real se levantan buenos ejemplos de arquitectura civil y la iglesia de Nuestra Señora, la más antigua de Fuentes Nuevas. Y el poblado que se construyó a mediados del siglo XX para acoger a las gentes de Posada y Bárcena, por la construcción del pantano de Bárcena. Pese al rodillo de la modernidad, aún atesora algunas casonas típicas bercianas, como la de La Carrera, o la de García Moreno. O la de Gayoso y Monroy, que perteneció a don Luis Gonzaga Joaquín Antonio Agustín Gayoso Monroy y Cazorla (respiren), casado con doña María Teresa Rueda y Blanco, vecina de Ponferrada. Tuvieron 14 hijos. Los varones dedicaron su vida a la religión. Uno fue cura en la desaparecida provincia de Santiago, hasta regresar a la comarca para oficiar en Villadecanes; otro ejerció de capellán de Artillería en Segovia y participó en la Guerra de la Independencia. Tres pasaron sus días como monjes de la Orden de San Benito.
Además, la Ermita del Divino Cristo (antes Ermita de la Vera Cruz), nos dio la bienvenida a los peregrinos de aquí o de allí en la calle Real. Y Fuentes Nuevas tiene el Hospital del Bierzo, pero ahí mejor no ir ni de visita, por no molestar más que nada.
Algo bueno de esta propuesta es la diversidad para beber, o comer, o ambas. Sentarse en una terraza de la calle Real, en el Bar La Ermita o en la Taberna Mateo, cual peregrino. O darse un homenaje gastronómico en la casa que fue de Gayoso y Monroy, o sea, La Casona. No me patrocina ninguno, pero son tan conocidos que la publicidad de esta web no les es crucial.
Y por si fuera poco podemos volver con las líneas 2, 5, 6 y 7, aunque si nos hemos metido unos buenos pinchos, primer y segundo plato con postre, regado (nunca he entendido esta manera de decir) con mencías y godellos, no será mala idea dar la vuelta, desandar la caminata y volver a la letanía del “Buen camino”.
¡Sube al bus y camina!
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