Como el 267 aniversario del terremoto de Lisboa está cerca, vamos a relatar lo que éste supuso en nuestra comarca y en la vecina Laciana. Sin entrar en honduras, hay que recordar que el terremoto de Lisboa, en el funesto 1 de noviembre de 1755, no solo pulverizó cimientos, se llevó miles de vidas y levantó las aguas del océano Atlántico con olas de 20 metros. Agitó, y de qué manera, las mentes de pensadores europeos como Voltaire o Kant: nadie se podía explicar qué le había llevado a Dios a una cólera de tal magnitud y en día tan señalado como el de Todos los Santos.
No hace falta acercarse a Lisboa para ver los efectos del terremoto. En la impresionante catedral nueva de Salamanca aún se pueden apreciar las grietas que a punto estuvieron de derribar la torre, donde luego subiría el valiente Mariquelo a echar un vistazo. O la torre oeste de la catedral de Astorga, que sufrió importantes daños y por ello no pudo ser finalizada hasta 1965.
Sabemos los detalles por la encuesta del Gobernador del Supremo Consejo de Castilla, Obispo de Cartagena, por orden del rey Fernando VI, a los 7 días de producirse el terremoto, dirigido a las personas de mayor razón de las capitales y pueblos de cierta importancia de toda España.
Lo que aconteció en El Bierzo y Laciana no dejó daños personales, algo casi milagroso pensando en las más de cinco mil personas que fallecieron en España por este hecho, la mayoría -hay que decirlo- en zonas costeras como Ayamonte, donde se contabilizan 400 ahogados por efecto del tsunami. El relato que hacen el corregidor y el alcalde mayor nos da una idea del pavor que tuvo que sufrir la población, padeciendo un primer terremoto de ¡13 minutos de duración! con numerosas réplicas. Y por si fuera poco, las gentes de Laciana vieron cómo osos, lobos, jabalíes y otras especies, se acercaron a las poblaciones, causando muchos daños en el ganado, principalmente los lobos.
Ponferrada, 21 de noviembre de 1755.
El Corregidor. En cumplimiento de la de V. I., de 12 del corriente, digo: Que en todo mi Partido se experimentó el día primero de este mes, entre nueve y diez de la mañana, un temblor de tierra que duró como trece minutos, lo que asustó mucho a toda la gente y les precisó a salirse de las casas, e Iglesias, pero(bendito Dios) no [ha] habido ruina ni desgracia, en fábricas ni en gente, en todo este Partido y sus contornos. El mismo día, entre nueve y diez de la noche, repitió el mismo temblor de tierra, pero no tan fuerte, que habrá durado tres minutos. Tampoco ha hecho daño alguno, ni habido seña notable antes ni después. En este Partido no hay sujeto que pueda hablar del asunto. Si ocurriese alguna novedad la avisaré a V. I. De otras partes escriben lamentables sucesos, los que sabrá V. I., por lo que no quiero ser molesto. Quedo esperando honrosas órdenes del agrado de V. I. en que ejercite mi fiel rendimiento. Nuestro Señor guarde la importante vida de V. I. muchos años. Ponferrada, y noviembre 21 de 1755.Ilustrísimo Señor: Besa la mano de V. S. I. su favorecido servidor, Don Pedro Nolasco Garzía Zeldrán Ilustrísimo Señor Gobernador del Consejo.
Ilustrísimo Señor: Cumpliendo con la Orden de V. I., de 8 de noviembre, repito ésta dando noticia a V. I. que, después de la última que escribí, ha repetido el temblor de tierra:
El sábado pasado, que se cuentan 22, a las once de la noche.
Domingo 23, entre 6 y 7 de la mañana, y entre 7 y 8.
Lunes 24, entre 5 y 6 de la mañana.
Todos duraron como cuatro o cinco minutos, siendo el mayor el del domingo , entre 6 y 7 de la mañana y, aunque, bendito Dios, no ha habido desgracia ni quiebra mayor, está la gente muy atemorizada. Y esta villa ha determinado el domingo pasado sacar en procesión a Nuestra Señora de la Encina, y hacerle su novenario de misas, sermones, oración y penitencia, a que concurre mucha gente, pidiendo a Dios misericordia, y continuarán. Como yo, en avisar a V. I. todo lo que ocurra, pidiendo a Nuestro Señor guarde la importante vida de V. I. muchos años. Ponferrada, y noviembre 28 de 1755.Ilustrísimo Señor: Besa la mano de V. S. I. su más favorecido servidor, Don Pedro Nolasco Garzía Zeldrán Ilustrísimo Señor Gobernador del Consejo.
Ponferrada, 5 de diciembre de 1755.
El Corregidor. Ilustrísimo Señor: En cumplimiento de la noticia que V. I. me tiene pedida del pasado movimiento de tierra, o terremoto, sin embargo de la dada en correos antecedentes, habiéndome restituido a ésta, participo: Cómo, de hecho, día de todos Santos próximo pasado, a cosa de las 10 menos cuarto de la mañana, se experimentó y sintió en ésta dicho terremoto, que duraría espacio de 5 minutos, con el ruido repentino que se experimenta en un tiro de escopeta, conmoviéndose todos los edificios, grandes, fuertes, o pequeños y débiles y, asimismo, el homenaje, incluido en ellos. Esto mismo se volvió [a] experimentar y sentir en las once menos cuarto de dicho día por la noche, en la misma conformidad y disposición y, asimismo:
el día 22 de noviembre, a cosa de las 11 de la noche,
y el siguiente, domingo 23, a las 5 y cuarto, y 7 de la mañana, y éste más ruidoso;
el siguiente día, lunes, a las 7 de la mañana, más remiso;
y día 1.o de diciembre, lunes, a las 11 y media de la mañana, como el antecedente próximo.
Es cierto que no se notó, ni se advirtió, signo especial ni en los terremotos precedió aviso de ruido grande ni sordo, antes bien, día de todos Santos: sol claro, y calor; en los más días, hasta aquí, sí, el cielo opaco, ceñudo, cubierto, las nubes, al parecer pardas y próximas a nosotros; el aire entre Poniente y Mediodía, remiso; y el tiempo como se suele decir «abochornado», o fogoso; y algún otro terremoto en los más días, aunque ligero, pues le han advertido pocos, y ésto sólo por la conmoción de algunas puertas, vidrieras, &a. Lo que se ha experimentado de particular en esta Península [sic] y Circuito del Vierzo [= Bierzo], es sólo: haberse separado algunos tabiques de las paredes maestras, cosa corta, aunque sensible; derribarse algunos Santos y otras cosas de bulto de algunos altares; haber levantado el río del Sil, y una laguna cerca de aquí, algunas brazas, aunque por muy poco tiempo, y ésto, en parte; verse los ganados en los campos juntarse amedrentados. Sin daños en cosa alguna. El efecto más especial y sensible en los ánimos ha sido, pues todos se demuestran compungidos, con varias penitencias y confesiones, disponiéndose como para morir, pues en vista de tan repetidos y fuertes terremotos creíamos ser sumergidos, a no ser la fe que tenemos con María Santísima de la Encina, Patrona de esta villa y su provincia, a Quien después de haberse sacado la procesión con la concurrencia de gentes de todo el pueblo, villa, eclesiásticos, seculares y regulares, grandes y pequeños cantando el rosario y letanía, desde el día siguiente a la procesión que fue el lunes 24 del próximo pasado, se ha hecho un novenario en misas y sermones, diez días vísperas solemnes, oración y rosario en todas las tardes, y creemos todos haber sido libres por los ruegos e intercesión de esta Soberana Patrona Milagrosa sobre todas, como se está experimentando cada día más de lo que se puede ponderar, pues lo ven todos. El juicio de los hombres es vacío, y sólo creemos ser obra sobrenatural de la grande Misericordia de Dios, que nos avisa para nuestro gobierno. Es verdad que se han visto algunas exhalaciones y relámpagos em dicho tiempo, más los naturales lo tienen por prenuncio de un riguroso invierno, como es el que sigue. Que es cuanto por ahora puedo decir a V. I. y quedo con el cuidado de dar en adelante aviso de todo lo que ocurra, esperando honrosas órdenes del mayor agrado de V. I. Nuestro Señor guarde la importante vida de V. I. muchos años. Ponferrada, y diciembre 5 de 1755.Ilustrísimo Señor: Besa la mano de V. S. I. su más favorecido servidor, Don Pedro Nolasco Garzía Zeldrán Ilustrísimo Señor Gobernador del Consejo.
Villablino. 25 de noviembre de 1755.
El Alcalde mayor. Ilustrísimo Señor: De orden de V. I., su fecha de 8 del corriente, comunicada por el Señor Intendente General de este Reino de León en 18 del mismo, respectiva al temblor de tierra experimentado, debo decir por lo que mira a esta jurisdicción en que ejerzo de Alcalde Mayor: Que en el día último del próximo mes pasado de octubre, entre diez y once de la noche, se conmovieron las casas de sus habitadores con tanta nota y temor de estos, que muchos desertaron de ellas precipitadamente, contemplando se arruinaban, y otros quedaron con tal confusión, que según su relación llegaron con la novedad violenta a perder el conocimiento sin saber dar razón individual de lo que ella les acaeció. Y en el día primero del presente mes, a cosa de las diez de él, se repitió el mismo terremoto, visiblemente notado de todos estos moradores, pero gracias al Altísimo no ocurrió en estos suelos, en los ocho minutos que ocuparía según se conceptuó su duración en cada una de dichas dos invasiones, ruina ni quebranto la menor de casa ni fábrica alguna, si bien se notó en algunas fuentes y arroyos de estas montañosas [sic] cerca más, que sus aguas, sin motivo de lluvia, se acrecentaron y, en algunas de ellas, mudaron de color teñida como es de teja o ladrillo. Mas antes de tan espantosa novedad no se notó señal, ni premisa, que pudiese prevenir tan irregular resulta, sí también se ha reparado en esta alta montaña, amena de todo género de fieras como son osos, lobos, jabalíes y de otras especies, que éstas por consecuencia de dicho temblor, se congregaron en número crecido y en diferentes partidas, y andaban cercanas a las poblaciones especialmente las de dicha especie de lobo, causando muchos daños en los ganados de estos naturales. Que es cuanto puedo informar a V. S. I. en este particular, y quedo con el debido rendimiento a su disposición, esperando cuantas órdenes sean del Real servicio, y de su agrado de V.S.I. para darlas el debido cumplimiento. Nuestro Señor guarde a V. S. I. muchos años como puede y tiene. Villablino, del Concejo de Laciana, y noviembre 25 de 1755.Beso la mano a V. S. I. su más rendido servidor, Licenciado D. Agustín Joseph Calvo Ilustrísimo Gobernador del Consejo, nuestro Señor.
Puedes descargar el estudio Los efectos en España del terremoto de Lisboa (1 de noviembre de 1755) de José Manuel Martínez Solares en el enlace.
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